Español

Antonio Gramsci y la teoría del chivo

Olavo de Carvalho

IEE, Edición no 31 – 29 de octubre de 2002

“A distinguir me paro
las voces de los ecos,
y escucho solamente,
entre las voces, una.”

(Antonio Machado)

El Lula que los brasileños han elegido no es el mismo que hace doce años fundó y desde entonces lidera el Foro de São Paulo, entidad creada para coordinar las acciones legales e ilegales del movimiento comunista en el continente, que tiene entre sus fuentes de financiación el narcotráfico de las Farc y los secuestros del MIR chileno.

El Lula del Foro no ha muerto, ni mucho menos se ha transmutado en otra cosa al término de una larga evolución interior. Hace menos de un año, en diciembre de 2001 firmó un compromiso de solidaridad con las Farc, demostrando que seguía siendo el mismo de siempre — y no puede haber cambiado tanto en tan poco tiempo.

Lo que pasa es que sencillamente ha desaparecido, arrebatado del horizonte visible por el silencio de los medios de comunicación, por la omisión cobarde o cómplice de sus rivales y, últimamente, por la decisiva intervención censuradora del Superior Tribunal Electoral.

En su lugar ha emergido un ente de ficción, creado por las artes publicitarias de Duda Mendonça, lanzado al mercado bajo el lema “Luliña Paz y Amor” e impuesto a los consumidores por el vocerío incesante de miles de chicos-propaganda reclutados en todas las elites intelectuales, artísticas, políticas y empresariales del país — y algunas del exterior.

Así se ha producido esa curiosa inversión de perspectivas, tal vez el fenómeno más extraño de psicología social de toda la historia nacional: aunque la existencia de uno de esos Lulas está atestiguada por documentos firmados de propio puño, y la del otro consta solamente por la proyección de sueños, deseos y esperanzas, sólo este último es admitido como real, y quienquiera que mencione al otro se convierte en sospechoso de paranoia o de embuste perverso.

Jamás la leyenda reiterada ha gozado de un primado tan absoluto sobre la verdad patente.

Lejos de mí la pretensión de explicar en pocas líneas fenómeno tan portentoso. Pero no cabe la menor duda de que al menos parte de la fuerza imperiosa de la leyenda proviene, precisamente, de la multiplicidad heterogénea de las aspiraciones que la han creado. Éstas, al proceder de muchos y muy variados ángulos, y al contradecirse unas a otras, dan al personaje una densidad, una tridimensionalidad que lo hacen hipnóticamente verosímil.

A los hombres del Foro les sirve de careta para encubrir, bajo facciones simpáticas y risueñas, el rostro hediondo de una estrategia que incluye la penetración de las Farc en el territorio nacional, el deterioro de nuestra sociedad mediante la inyección anual en ella de 200 toneladas de cocaína colombiana y la financiación de la revolución continental con el dinero de brasileños secuestrados.

Los líderes políticos tradicionales, en cambio, se apegan a la imagen del sueño porque esperan atrapar en ella al hombre de carne y hueso, induciéndole a ser lo que finge ser, más o menos como aquellos empleados del rico loco de la obra “Enrique IV” de Pirandello, que, al ser forzados continuamente a hacer el papel de servidumbre del rey, acaban no consiguiendo creer que son otra cosa.

Similar esperanza anima a los banqueros internacionales e incluso al gobierno americano, con la diferencia de que éstos tienen mucho dinero para financiar, si es necesario, la transfiguración de la leyenda en realidad.

A la intelligentzia izquierdista internacional encastillada en la ONU y en los grandes medios de comunicación de Nueva York y París, le es igual que el Lula presidente sea el antiguo o el nuevo: cualquiera de los dos sirve para fortalecer el bloque mundial anti-americano y anti- israelí, aunque, sin lugar a dudas, “Luliña Paz y Amor” hace eso con mucha mayor delicadeza que Arafat o Hugo Chávez.

Al actual presidente, que en la transición al socialismo siempre ha brincado alegremente del papel de freno al de acelerador y viceversa, la elección de Lula le sirve como prueba retroactiva de que en el fondo ha sido él, FHC, el autor de todo, lo mismo que sería el autor de lo contrario si pasase lo contrario.

Por más absurda que sea, una leyenda creada en el punto de convergencia de tantos intereses heterogéneos es, en realidad, imposible de refutar. Es más fuerte que la realidad. “Luliña Paz y Amor” es, en todos los aspectos, invencible.

Sólo hay un problema: es invencible porque no existe. Ni existe ni puede llegar a existir. La creatura publicitaria de Duda Mendonça puede a la vez rebajar los impuestos y subir los salarios, vaciar las arcas del Estado con el pago de las deudas y rellenarlas con el ahorro interno, dar todas las tierras al MST sin menoscabo alguno de la propiedad privada, imponer la uniformidad cultural sin suprimir el pluralismo democrático, combatir el narcotráfico sin herir los intereses de sus queridas Farc, alinearse con Castro y Chávez y ser amigo de los EUA. “Luliña Paz y Amor” puede. Luís Inácio da Silva, presidente electo, no puede. Ningún hombre de carne y hueso puede.

Pero eso no da pie a poder especular sobre cuál de los muchos Lulas predominará entre tantos tirones antagónicos. De todos los Lulas, sólo hay uno verdadero, históricamente probado: el Lula del Foro de São Paulo. Sólo gracias a la supresión de éste han podido llegar a ser verosímiles los demás. En el momento debido, va a resurgir, porque nunca ha dejado de existir. Es el sustrato de materia que está por debajo de los velos de la fantasía.

El público que ha creído en esa fantasía es precisamente el mismo que, hace pocos años, se deshacía en lágrimas de emoción religiosa ante la figura del Sr. Herbert de Souza [Betinho] y se tomaba muy en serio la propuesta de beatificarlo — una apoteosis de entusiasmo devoto que se deshizo en humo en el preciso instante en que el ex-futuro-santo, al morirse, perdió su sustancia mediática y su utilidad política que constituían, en realidad, todo el relleno de su ser espiritual.

Los cultos histéricos son enfáticos e hiperbólicos en la exacta medida en que el objeto que los inspira es falso y en que los sentimientos que los animan son fútiles.

¡Estado policial, ya!

Olavo de Carvalho

O Globo, 26 de octubre de 2002

El PT, ansioso, no quiere esperar a la toma de posesión de Lula para instaurar en este país el Estado policial de sus sueños cubanos. El Sr. André Singer, asesor del candidato petista, está haciendo lo posible por condenar a cinco años de cárcel a todo internauta que haya emitido o reenviado e-mails con mensajes anti-Lula, en una gama que va desde las noticias falsas hasta los meros chistes. El partido mismo se ha encargado de seguir el rastro de los culpados. Su número subirá fatalmente a algunos miles. En pocas semanas, el estreno petista en el poder habrá superado con mucho a la dictadura militar, que en veinte años no hizo más de dos mil presos políticos.

Pero no se puede acusar al PT de obsesión punitiva. El partido realiza también vigilancia policial preventiva: a los propietarios del site http://antilula.blogspot.com/ se les ha aconsejado cerrarlo para evitarse un proceso. El aviso ha provenido de un cierto “Grupo de Represión a Actos de Intolerancia”, nombre que es novilingua en estado puro.

Yo también tengo que hacer una advertencia: hace años que militantes y simpatizantes petistas están difundiendo en internet palabras injuriosas y chismes espeluznantes sobre mí, mucho peores que lo que se haya podido decir de Lula. Ya me han llamado de todo, desde neonazi hasta agente sionista, a parte de enviar mensajes falsos en mi nombre a varios forum de debates, de prometerme un lugar de honra en el paredón y de notificar al distinguido público que desde hace treinta años no trabajo, sino que vivo de la explotación de mujeres. Por falta de tiempo, de dinero y de estómago, nunca he tomado ninguna iniciativa judicial contra esas criaturas, pero, ojo, que el Sr. Singer me acaba de dar una buena idea…

La naturalidad con que esa gente petista se permite las libertades más abusivas, haciendo ademán de dignidad ofendida cuando alguien esboza una respuesta incluso tímida, es, con toda evidencia, prueba de ese total desprecio al prójimo, de ese egocentrismo tosco y ciego que caracteriza a los sociópatas. No es que en eso haya algo raro, pues todas las militancias ideológicas de los tiempos modernos nunca han sido más que sociopatía organizada. Lo que sí es característico de ellas es el hábito de juntarse en bandos para vociferar insultos amenazadores y, cuando la víctima confiesa que se siente intimidada, para tildar de “terrorismo” la manifestación de los sentimientos. Como “kapos” de un campo de concentración, los perros guardianes petistas sólo admiten una respuesta a sus ladridos: el silencio contrito, la humildad cabizbaja, la confesión de los pecados seguida de una declaración de amor a Luliña…

Incluso el más somero examen de la retórica petista demostrará que, en materia de lenguaje desbocado y truculento, no tiene rival. En un concurso de “hate speech”, el petismo se llevaría todos los premios. La respuesta de Lula a Regina Duarte ganaría al menos una mención de honor. Por cierto, nadie ve nada de particular en que Lula acuse al presidente de la República de “extorsión” y llame “truhanes”, de una sola tacada, a trescientos parlamentares o a un escritor cubano que ni lo conoce. Pero si uno de nosotros responde que él es un iletrado que habla de lo que no sabe, ¡ah, eso no! ¡Es injuria, es difamación, es… terrorismo!

El horror anti-bachiller que exhiben algunos intelectuales del PT ante la exigencia de un título para su candidato es puro fingimiento malicioso. Cuando yo empecé a publicar libros de filosofía y obtuve cierto éxito, la misma pandilla cayó sobre mí con palos y piedras, por mi osadía de hacerlo sin “título de filósofo”. Bachillerismo por bachillerismo, algunos bichos, de hecho, son más iguales que otros…

Pero, volviendo de la hipocresía a la prepotencia: el PT hasta ha nombrado ya un fiscal-mayor para vigilar y punir todo lo que se escriba contra Lula. Desde Felinto Müller nadie ejercía tan alta función inquisitorial en este Brasil. Incluso en tiempo de los militares, cuando alguien inventaba chistes sobre el general Costa e Silva, el único riesgo que corría era el de verlos entrar en el repertorio del presidente, quien los coleccionaba y releía, divirtiéndose la mar. Pero esa gente del PT se toma a sí misma infinitamente en serio. No sabe reír, sólo dar aquellas carcajadas forzadas de las bromas de colegio. Cuando quiere dejar en ridículo a un adversario, no es capaz de hacer sátira inteligente o ironía sutil: recurre a la hipérbole grotesca, deforme y rencorosa de las viejas chocarrerías comunistas — el equivalente más cercano al sentido del humor en las almas endurecidas por el orgullo y por el odio.

El citado fiscal tiene ya en sus manos una copia de un artículo mío, para examinarlo a fondo en busca de “calumnias” y, probablemente también, de “terrorismo”. Pues que busque. Que intente encontrar en él una sola falsedad, un solo hecho que no esté atestiguado con documentos y que no sea conocido por los medios de comunicación nacionales o extranjeros. Que se divierta con ese deporte macabro de expurgar, echando espumarajos de rencor vengativo, indicios de anti-lulismo. Por mi parte, ya no tengo que buscar más: ya he encontrado y ya he divulgado pruebas fehacientes del compromiso de solidaridad que vincula al Sr. Lula con la narcoguerrilla colombiana, y ni toda la policía mental petista reunida conseguirá borrar de la Historia el rastro de perfidia e hipocresía que ese candidato ha dejado al mentir a toda una nación, negando lo que atestigua su propia firma y demostrando que tiene mucho que esconder.

Por cierto, la mentira, cuanto más esconde, más revela. Dos ejemplos: (1) Inmediatamente después de haber sido publicados mis artículos que transcribían resoluciones del Foro de São Paulo, esos documentos han sido retirados del site de la entidad, con la prisa de los criminales que destruyen las pistas del crimen. (2) Al obtener del TSE la prohibición de que José Serra mencione el caso Farc en el horario electoral, el PT no ha hecho más que imitar un ardil ya probado en Venezuela, años ha, contra el rival de Hugo Chávez.

Son actos que muestran precisamente lo que pretenden esconder: la mano omnipresente del Foro de São Paulo…

Si eso pasase con el Dr. Enéas…

Olavo de Carvalho

Jornal da Tarde, 24 de octubre de 2002

El Dr. Enéas tiene un acuerdo firmado con los paramilitares de Colombia. El pasado mes de diciembre se reunió una vez más con ellos para planear una acción conjunta. No gana dinero con eso, ni se mete directamente en las actividades de sus socios (narcotráfico, secuestro y otras lindezas por el estilo). Su partido y la banda criminal lo que hacen es pagar a escote los gastos de los viajes y del material publicitario. Se reparten también los lucros políticos de la operación: mientras los hombres armados hacen trizas a la izquierda continental, el Dr. Enéas la acusa de terrorista, a la vez que hace propaganda de sus compinches, presentándolos como idealistas perseguidos, un poco ingenuos y primitivos, es cierto, pero substancialmente bondadosos y sin la menor implicación en cosas feas. El político brasileño y sus amigos colombianos, articulados de ese modo en un doble frente, alternándose en un timing perfecto como el queso y la descarga eléctrica de un condicionamiento pavloviano, avanzan de victoria en victoria, los unos matando, saqueando y asustando, el otro presentándose como la alternativa tranquilizadora y bienhechora que en vez de asesinar a los izquierdistas promete sólo atarlos corto mediante el control fiscal y el bombardeo incesante de acusaciones de corrupción.

Ésta denuncia es completamente falsa. Me la acabo de inventar para fines didácticos. ¿Pero alguien pone en duda que, si fuese verdadera, atestiguada por actas de reuniones y por un pacto firmado, el Dr. Enéas estaría en la cárcel y su partido ilegalizado? ¿Alguien pone en duda que, al primer indicio de una trama semejante, los medios de comunicación, el congreso y las clases parlantes se coaligarían en un esfuerzo nacional de investigación y denuncia, luchando incansablemente hasta conseguir la punición de los culpados? ¿Alguien pone en duda que habría una CPI con todas las de la ley, investigación fiscal en las cuentas del partido, interrogatorios ante las cámaras, titulares escandalizados a ocho columnas y un clamor general en TV?

Pues bien, desde hace 12 años hay pruebas fehacientes de que Lula y su partido tienen un acuerdo exactamente en esos términos con la mayor organización terrorista y narcotraficante de América Latina. Desde hace 12 años el Foro de São Paulo publica actas en que el PT y las Farc se articulan con otras organizaciones legales e ilegales en una “unidad de acción” continental entre la política y el crimen, con provecho mutuo en ambos campos.

La expresión entre comillas no es mía: consta en el texto de la resolución final del I Foro de São Paulo, de 4 de junio de 1990. Desde esa fecha hasta el último Foro, realizado en La Habana el año pasado, el PT ha pasado de la mera “unidad de acción” a la solidaridad explícita con las Farc, firmando la Resolución de 7 de diciembre de 2001 que transcribí en mi artículo anterior.

Para cualquier inteligencia media, la naturaleza criminosa de esos acuerdos salta a la vista al primer examen. En resumidas cuentas, ¿qué “unidad de acción” puede existir entre lo lícito y lo ilícito, sin que ella misma sea ilícita? ¿Qué “unidad de acción” entre la ley y el crimen, que no consista en el abuso de la ley para dar cobertura el crimen? ¿Qué unidad de acción sin ayuda mutua, y qué ayuda mutua entre un partido legal y una banda de criminales sin que ésta colabore con los fines legales de aquél y aquél con los fines criminales de ésta, haciéndose él mismo criminal ipso facto, aunque no obtenga de ello ningún beneficio financiero directo?

Si las partes involucradas fuesen el Dr. Enéas y la derecha armada colombiana, no habría que explicarlo dos veces. Hasta los niños de pecho verían ahí una monstruosa concurrencia de crímenes, de perfidias y de mentiras. Hasta los derechistas más fanáticos volverían la espalda al acusado, entregándolo a la ignominia de los titulares, de las investigaciones y de las CPIs.

Pero, tras 40 años de “revolución cultural” y el consiguiente cambio de la escala de valores en la moral popular, Lula y el PT gozan de derechos especiales. Lo que en otros sería crimen, en ellos es inocencia o incluso mérito. Por eso los medios de comunicación, los empresarios y la clase política, ante los hechos, se niegan a investigarlos, manteniendo a los sospechosos bajo la cómoda discreción de un manto de omisiones y subterfugios. Y, para que ningún vago runrún llegue tan siquiera a rozar el prestigio del candidato y del partido, se pasa de la mera omisión a la protección activa y ostensiva, cuando el TSE prohíbe a su adversario, José Serra, tocar en el asunto en el horario electoral gratuito y un grupo de intelectuales y celebridades firman un manifiesto preventivo contra la mera posibilidad de “acusaciones indebidas”.

Ah, si eso pasase con el Dr. Enéas…

Veja todos os arquivos por ano