Olavo de Carvalho

O Globo, 26 de octubre de 2002

El PT, ansioso, no quiere esperar a la toma de posesión de Lula para instaurar en este país el Estado policial de sus sueños cubanos. El Sr. André Singer, asesor del candidato petista, está haciendo lo posible por condenar a cinco años de cárcel a todo internauta que haya emitido o reenviado e-mails con mensajes anti-Lula, en una gama que va desde las noticias falsas hasta los meros chistes. El partido mismo se ha encargado de seguir el rastro de los culpados. Su número subirá fatalmente a algunos miles. En pocas semanas, el estreno petista en el poder habrá superado con mucho a la dictadura militar, que en veinte años no hizo más de dos mil presos políticos.

Pero no se puede acusar al PT de obsesión punitiva. El partido realiza también vigilancia policial preventiva: a los propietarios del site http://antilula.blogspot.com/ se les ha aconsejado cerrarlo para evitarse un proceso. El aviso ha provenido de un cierto “Grupo de Represión a Actos de Intolerancia”, nombre que es novilingua en estado puro.

Yo también tengo que hacer una advertencia: hace años que militantes y simpatizantes petistas están difundiendo en internet palabras injuriosas y chismes espeluznantes sobre mí, mucho peores que lo que se haya podido decir de Lula. Ya me han llamado de todo, desde neonazi hasta agente sionista, a parte de enviar mensajes falsos en mi nombre a varios forum de debates, de prometerme un lugar de honra en el paredón y de notificar al distinguido público que desde hace treinta años no trabajo, sino que vivo de la explotación de mujeres. Por falta de tiempo, de dinero y de estómago, nunca he tomado ninguna iniciativa judicial contra esas criaturas, pero, ojo, que el Sr. Singer me acaba de dar una buena idea…

La naturalidad con que esa gente petista se permite las libertades más abusivas, haciendo ademán de dignidad ofendida cuando alguien esboza una respuesta incluso tímida, es, con toda evidencia, prueba de ese total desprecio al prójimo, de ese egocentrismo tosco y ciego que caracteriza a los sociópatas. No es que en eso haya algo raro, pues todas las militancias ideológicas de los tiempos modernos nunca han sido más que sociopatía organizada. Lo que sí es característico de ellas es el hábito de juntarse en bandos para vociferar insultos amenazadores y, cuando la víctima confiesa que se siente intimidada, para tildar de “terrorismo” la manifestación de los sentimientos. Como “kapos” de un campo de concentración, los perros guardianes petistas sólo admiten una respuesta a sus ladridos: el silencio contrito, la humildad cabizbaja, la confesión de los pecados seguida de una declaración de amor a Luliña…

Incluso el más somero examen de la retórica petista demostrará que, en materia de lenguaje desbocado y truculento, no tiene rival. En un concurso de “hate speech”, el petismo se llevaría todos los premios. La respuesta de Lula a Regina Duarte ganaría al menos una mención de honor. Por cierto, nadie ve nada de particular en que Lula acuse al presidente de la República de “extorsión” y llame “truhanes”, de una sola tacada, a trescientos parlamentares o a un escritor cubano que ni lo conoce. Pero si uno de nosotros responde que él es un iletrado que habla de lo que no sabe, ¡ah, eso no! ¡Es injuria, es difamación, es… terrorismo!

El horror anti-bachiller que exhiben algunos intelectuales del PT ante la exigencia de un título para su candidato es puro fingimiento malicioso. Cuando yo empecé a publicar libros de filosofía y obtuve cierto éxito, la misma pandilla cayó sobre mí con palos y piedras, por mi osadía de hacerlo sin “título de filósofo”. Bachillerismo por bachillerismo, algunos bichos, de hecho, son más iguales que otros…

Pero, volviendo de la hipocresía a la prepotencia: el PT hasta ha nombrado ya un fiscal-mayor para vigilar y punir todo lo que se escriba contra Lula. Desde Felinto Müller nadie ejercía tan alta función inquisitorial en este Brasil. Incluso en tiempo de los militares, cuando alguien inventaba chistes sobre el general Costa e Silva, el único riesgo que corría era el de verlos entrar en el repertorio del presidente, quien los coleccionaba y releía, divirtiéndose la mar. Pero esa gente del PT se toma a sí misma infinitamente en serio. No sabe reír, sólo dar aquellas carcajadas forzadas de las bromas de colegio. Cuando quiere dejar en ridículo a un adversario, no es capaz de hacer sátira inteligente o ironía sutil: recurre a la hipérbole grotesca, deforme y rencorosa de las viejas chocarrerías comunistas — el equivalente más cercano al sentido del humor en las almas endurecidas por el orgullo y por el odio.

El citado fiscal tiene ya en sus manos una copia de un artículo mío, para examinarlo a fondo en busca de “calumnias” y, probablemente también, de “terrorismo”. Pues que busque. Que intente encontrar en él una sola falsedad, un solo hecho que no esté atestiguado con documentos y que no sea conocido por los medios de comunicación nacionales o extranjeros. Que se divierta con ese deporte macabro de expurgar, echando espumarajos de rencor vengativo, indicios de anti-lulismo. Por mi parte, ya no tengo que buscar más: ya he encontrado y ya he divulgado pruebas fehacientes del compromiso de solidaridad que vincula al Sr. Lula con la narcoguerrilla colombiana, y ni toda la policía mental petista reunida conseguirá borrar de la Historia el rastro de perfidia e hipocresía que ese candidato ha dejado al mentir a toda una nación, negando lo que atestigua su propia firma y demostrando que tiene mucho que esconder.

Por cierto, la mentira, cuanto más esconde, más revela. Dos ejemplos: (1) Inmediatamente después de haber sido publicados mis artículos que transcribían resoluciones del Foro de São Paulo, esos documentos han sido retirados del site de la entidad, con la prisa de los criminales que destruyen las pistas del crimen. (2) Al obtener del TSE la prohibición de que José Serra mencione el caso Farc en el horario electoral, el PT no ha hecho más que imitar un ardil ya probado en Venezuela, años ha, contra el rival de Hugo Chávez.

Son actos que muestran precisamente lo que pretenden esconder: la mano omnipresente del Foro de São Paulo…

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