Olavo de Carvalho
O Globo, 19 de octubre de 2002
Tras hacer lo indecible por amortiguar la repercusión de las denuncias sobre su vinculación con la narcoguerrilla colombiana, llegando incluso al bluf supremo de atribuirlas a especulaciones estrambóticas de un solitario “truhán” de Miami, el PT ha reconocido por fin que estaba fingiendo, que el tema realmente ha tenido amplia divulgación en los medios de comunicación internacionales y que, en definitiva, ya era hora de que el partido saliese de su escondite y dijese alguna cosa. Cualquier cosa.
El cometido de escribir la cosa le ha tocado a la persona del Sr. Giancarlo Summa, “asesor para la prensa extranjera” de la campaña de Lula, cosa que es extremamente chic pero que prueba que el candidato se apresura a dar explicaciones antes a los medios de comunicación de fuera que a la opinión pública local, condenada a contentarse, de momento, con negativas sumarias y evasivas lacónicas. La nota oficial que el Sr. Summa ha divulgado anteayer consiste, esencialmente, en seis afirmaciones, que paso a exponer y comentar.
1. “El PT no tiene nada que ver con las Farc”.
Para hacer añicos esa alegación, basta leer la Resolución número 9 del X Foro de São Paulo, de 7 de diciembre de 2001. Tras condenar la represión de la guerrilla por parte del gobierno colombiano como “terrorismo de Estado” y como “verdadero plan de guerra contra el pueblo”, la asamblea decide: “9. Ratificar la legitimidad, justeza y necesidad de la lucha de las organizaciones colombianas y solidarizarnos con ellas.” Siguen las firmas de los representantes de 39 organizaciones, y entre ellas el PT. Una promesa de solidaridad seguida, pocos meses después, de una declaración de no tener nada que ver con ello. ¿En cuál de las dos la firma del PT es fraudulenta?
2. “El Foro de São Paulo — donde desde hace 12 años las dos organizaciones se encuentran periódica y regularmente para conversaciones — “es un foro de debates, y no una estructura de coordinación política internacional”.
Porca miseria, ¿dónde se ha visto que un mero foro de debates emita “resoluciones” al término de las asambleas? Resolución es decisión, es directriz práctica, es norma de acción. Una asamblea que emite resoluciones, subscritas unánimemente por organizaciones de varios países, no puede estar haciendo otra cosa que coordinarlas políticamente. Es, en efecto, lo que afirma la resolución final del I Foro (São Paulo, 4 de julio de 1990), al expresar su intención de “avanzar propuestas de unidad de acción consensuales”. El esfuerzo común por formular una “unidad de acción” no puede ser puro debate, sobre todo cuando cristaliza en “resoluciones”: es, en el sentido más estricto del término, coordinación política.
3.” Los contactos del PT con las Farc no han tenido otra finalidad que la de colaborar en las negociaciones de paz entre ellas y el gobierno colombiano”.
Entonces el PT tiene un don de anticipación profética, puesto que sus contactos con las Farc en el Foro de São Paulo empezaron ocho años antes de las fallidas iniciativas de paz.
4. “Algunos de los primeros parlamentares brasileños con los que se encontraron las Farc, a finales de 1998, fueron los diputados tucanes Tuga Angerami (PSDB-SP) y Arthur Virgilio (PSDB-AM).”
Cuento chino. Los primeros contactos de políticos petistas con las Farc datan de 1990, en el I Foro de São Paulo — y sólo me refiero a los contactos oficiales, sin entrar en conjeturas, más que plausibles, sobre encuentros informales que pueden haber tenido lugar mucho antes de eso en algún hotel cubano de cinco estrellas, en presencia del anfitrión Fidel Castro. Los dos tucanes mencionados sí que sólo procuraron encontrarse con los guerrilleros mucho después, con ocasión de las conversaciones de paz.
5. “El plan Colombia — ayuda técnica y militar norteamericana al gobierno colombiano para el combate al narcotráfico — es una iniciativa “extremamente peligrosa, ya que puede producir una ‘vietnamización’ de la región, o sea, la extensión del conflicto a los países vecinos, especialmente a Brasil”.
Lindo argumento. Las Farc ya han entrado en el territorio amazónico, ya pegan tiros a nuestros soldados, ya reclutan brasileños para el narcotráfico, aparte de hacer propaganda en nuestras escuelas y de vender drogas a cambio de armas a Fernandinho Beira-Mar — ¡pero el gran, el temible, el inminente peligro para Brasil no proviene de ellas, sino de un plan de ayuda norteamericana que ni siquiera prevé el envío de tropas a la región! ¿Se acuerdan de la frase de Ionesco que cité en el artículo anterior? Pues eso. Es la lógica del absurdo en todo su más radiante esplendor.
6. “El futuro gobierno — esto es, el gobierno del Sr. Lula — va a actuar decididamente para romper la conexión entre los narcotraficantes de Colombia y grupos de traficantes de Brasil.”
Hasta ahora, el Sr. Lula — apostando el peso de su palabra contra el de las pruebas aprehendidas junto con Fernandinho Beira-Mar — aseguraba que las Farc no hacían comercio de drogas, y que, por tanto, no podían tener ninguna relación con narcotraficantes brasileños. De repente, su partido promete que va a romper las conexiones que proclamaba inexistentes. ¿Qué tomadura de pelo es esa? ¿Hasta dónde va a llegar la confianza petista en el poder hipnótico de los juegos de palabras?
Tras ese su estreno en las letras patrias, el Sr. Summa, que tiene como apellido un género literario medieval, debería pasar a firmar, para mayor ilustración de los lectores, como, Summa mendacitatis: “Suprema mendacidad”.
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P. D. (Amigos para siempre) — Confirmando la declaración de Lula, publicada en el periódico “Le Monde”, de que las actuales elecciones son “sólo una farsa, necesaria para la toma del poder”, el teórico petista Marco Aurélio García ha declarado al periódico argentino “La Nación” de 5 de octubre del 2002: “La impresión de que el PT ha ido hacia el centro surge del hecho de que hemos tenido que asumir compromisos que están en ese terreno. Eso implica que tendremos que aceptar inicialmente algunas prácticas. Pero eso no es para siempre.”